Deber de Reprochar

Por Ángel Torres

Nos han enseñado desde niños que el mejor sistema o régimen político para elegir nuestros representantes es la democracia. Entendiendo que la soberanía reside en el pueblo, esta concepción política que se fortalece con la revolución francesa pretendía oponerse a la monarquía y la aristocracia para otorgarle el poder a las masas con la convicción de que, a mayor participación, mejor elección, nada más alejado de la realidad. En otro momento abordaremos ese aspecto; por ahora nos interesa dar a entender que bien o mal, la democracia se constituye en las reglas del juego que establecen los Estados para elegir a nuestros gobernantes y quienes nos acogemos al respeto de la ley tenemos el deber de asumir la decisión popular. Así, por ejemplo, el comportamiento de los argentinos y sus protestas, tan solo a 10 días de haberse posesionado el presidente elegido popularmente se constituye abiertamente en un acto antidemocrático por no aceptar la decisión del pueblo.

Al respecto, la legislación colombiana contempla el reproche al gobernante luego de pasar un año sin implementar las propuestas de su programa de gobierno, fenómeno que los politólogos denominan democracia líquida. Eso no implica que en cualquier momento los gobernados deban abstenerse a pronunciarse sobre las actuaciones del gobernante que sean contrarias a sus promesas de campaña; de hecho, es pertinente al menos comunicar las actuaciones u omisiones opuestas a las razones que mediaron para que el votante en democracia decidiera depositar su confianza en una persona en particular.

En primer lugar, es adecuado manifestar que nuestro presidente prometió no convocar a una Asamblea Constituyente. No obstante, en repetidas ocasiones ha revelado esa intención, inclusive explicando las materias que justificarían el cambio en la carta magna. En segundo lugar, existe el deber de mencionar que Sincelejo como capital del Departamento de Sucre ha sido completamente ignorada bajo la hegemonía de los sinceanos y sus dos gobiernos liberales; mejor dicho, en el gobierno de Sucre diferente 2.0 la ciudad capital no tiene cabida, al menos en lo que respecta a la inversión en infraestructura. Espero que no nos tiren en cara el minúsculo aporte de $4.000 millones del gobierno anterior para terminar el estadio de beisbol. En tercer lugar, es apenas natural comentar que el gobierno local, a pesar de contar con más dinero para invertir gracias a la actualización catastral, recurre a un crédito de tesorería por $10.000 millones para pagar la nómina de empleados, al quedarse sin caja y sin recaudo, gracias a sus gastos exagerados que colocan en riesgo las finanzas y el futuro del municipio.

Una cosa es atentar contra la democracia y otra muy distinta es la carga de responsabilidad que tienen los ciudadanos de expresarse sobre los gobiernos y su ejercicio contrario al deber. Aunque llevamos menos de un año de las administraciones locales, por un lado, la gobernación no ha invertido en la infraestructura de Sincelejo, imitando su antecesor; y por el otro, la alcaldía, en este corto tiempo presenta muestras de llevar a la ciudad hacia un desastre sin precedentes, entorpeciendo años de responsabilidad financiera.

Views: 0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *