Por Gustavo Salazar Surmay.
Anecdotario
Cuando se hacían las fiestas novembrinas
Todo se iniciaba con el toque de bando, leído por Luis Tinoco Mangones y redobles de Miguel Valdez o Román Aguirre (Pepe). Aprobado el desorden, la burla y la mamadera de gallo…
ejecútese y cúmplase.
Desde el 1 de noviembre al 7 las bañadas empolvadas y barrutadas en el puerto albarrada que recuerde Wolfrán, Luchin, Pellan, Juan José y braceros daban la bienvenida de Magangué que con sus Ondas del Río promovían el entusiasmo en la radio de chiquillo. En el día no faltaban los disfraces de Julio Picaleña, Quique Daza, Teresa Quintanilla, Orfelina (la Espuelua), Lucho, Raquelita y Ana Ceballos.
Por las noches, los juicios promovidos por Jito Janne y en su cumpleaños, donando galones, caballo de palo, garrocha de palo y el tiznão verde o el blanco de zinc que vendía Rafael Molina Vides, que no se quitaba ni bañándose, y el aliciente era una botella de ron. Se recuerda a Nacho Manjarrez, el mono Bustos, Luis Stor, El Yesquera, Joaquín Acosta, mamá Pequita, Ubaldito, Carmelo Pérez, el cheque Mendoza. Dando un golpetazo limpio al que se encontraban en las noches, desde el barrio Zulia hasta la plaza de la iglesia.
Después, del 8 al 12 de noviembre, los disfraces, letanías en el día. Donde el Linder, Víctor Mesa, Julio Chiquillo, Mañe y Ubaldo y el Chemo cogían todo el mundo y nadie se escapaba. Por las noches fandangos con la banda 3 de mayo dirigida por el maestro Pale. Sin faltar los capuchones enteros para no identificar que recuerde.
Los tigres de Rafa Marriaga, Vicente, El zorro Heberto, El vití, Asdrúbal Tinoco. Y si había luna nueva, se desplomaban Miguel Fayad desde donde Nacha y el Nono con su caballo. Esto no podía terminar con el 12 en la noche, la presentación de La Muerte con el eterno Jácome Ribón. Todo era en paz, ninguna pelea y nadie quedaba bravo con el otro.
Publicado, cumplido y permitido
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