Por Manuel Medrano
Joaquín Salcedo, sacerdote jesuita, creó Radio Sutatenza, un proyecto revolucionario para su época con la misión de educar al campesino colombiano. En 1947, con la fe del carbonero, inició sus transmisiones en el municipio de Sutatenza, Boyacá, a 118 kilómetros de Tunja.
El impacto fue enorme. La Fundación Acción Cultural Popular (ACPO) comenzó a distribuir radios entre los campesinos, los cuales estaban programados con un sistema que solo permitía sintonizar Radio Sutatenza. Su programación incluía bachillerato por radio, entrevistas, programas de salud, música campesina y deportes, convirtiéndose en una auténtica revolución educativa en un país donde la mayoría de los adultos en el campo eran analfabetos.

El modelo funcionaba con auxiliares que, en las Casas Rurales, explicaban a grupos de campesinos los contenidos emitidos. Muchos de ellos aprendieron a leer y escribir gracias a las cartillas educativas, que podían pagar en cómodas cuotas, al igual que los radios que adquirían a crédito por 10 pesos de la época.
La Acción Cultural Popular (ACPO), más conocida en su momento como Radio Sutatenza, fue una experiencia pionera en radio educativa para adultos en Colombia bajo el concepto y metodología de Las Escuelas Radiofónicas. Tuvo estaciones en Bogotá, Barranquilla y Cali, y su señal llegaba hasta Ecuador.
Esta fundación, en alianza con la Iglesia Católica, impulsó el uso de los medios de comunicación en la educación, el acceso a la cultura y el desarrollo rural. Durante más de 40 años, sus programas abarcaron cultura, familia, espiritualidad, salud y cuidado de la tierra. Un legado educativo sin precedentes. Radio Sutatenza fue la primera gran revolución educativa del campo para el campo. Un referente mundial en el uso de la radio para la alfabetización, reconocido incluso por la ONU.

Esta semana, en el Banco de la República, el historiador y comunicador social Édgar Javier Hernández Salazar presentó la exposición “Radio Sutatenza, una revolución cultural en el campo colombiano”. Se hizo acompañar de dos campesinos del municipio de Sampués, quienes dieron emotivos testimonios sobre cómo la programación de Radio Sutatenza les cambió la vida: pasaron de firmar con la huella a escribir con lapicero. El entusiasmo fue tal que muchos campesinos invitaban a sus familiares y amigos a las Casas Rurales. Allí se reunían alrededor del radio y, con ayuda de un auxiliar, recibían los conocimientos del Bachillerato por Radio. El currículo incluía:
• Alfabetización básica.
• Cálculo matemático.
• Fortalecimiento de la salud.
• Técnicas de producción agropecuaria.
• Desarrollo de valores, prácticas y conocimientos religiosos aplicables a la organización familiar y comunitaria.
Se distribuyeron más de 6 millones de cartillas de educación integral en más de 900 municipios del país. Además, el periódico El Campesino editó 1.635 números consecutivos, alcanzando un total de 75.749.539 ejemplares, y se respondieron 1.229.552 cartas de oyentes y lectores.
Esta iniciativa, liderada por el sacerdote José Joaquín Salcedo, se convirtió en una de las experiencias más sólidas de radio educativa y construcción de comunidad.
Desde mediados de los años 50, la ONU reconoció a Radio Sutatenza y a la Fundación Acción Cultural Popular (ACPO) como una estrategia clave para erradicar el analfabetismo en Colombia. A partir de los años 60, se convirtió en un referente para la radio educativa en América Latina, Asia y África.
El declive y el vacío que dejó Radio Sutatenza
El cierre de Radio Sutatenza fue progresivo. La falta de apoyo del gobierno y del clero, sumado a la llegada masiva de radios transistores que permitían a los campesinos sintonizar otras emisoras, debilitó su audiencia. Finalmente, en 1989 cesó sus transmisiones.
En 1986, Caracol Radio adquirió sus emisoras en Bogotá, Barranquilla y Cali, integrándolas a su cadena radial. Sutatenza, que contaba con una estación de 70.000 vatios de potencia, fue absorbida por la radio comercial.
Desde entonces, ninguna emisora universitaria ni gubernamental ha logrado llenar el vacío que dejó Radio Sutatenza.
Mientras tanto, la radio colombiana ha cambiado radicalmente. Caracol y RCN han caído en la parcialidad y la decadencia. Se acabaron los grandes programas de la radio comercial:
• 6 AM – 9 AM nació cuando Yamit Amat llamó a Juan Gossaín para Caracol y juntos crearon un programa noticioso de impacto. Hoy, bajo la dirección de Gustavo Gómez, ha perdido relevancia.
• La Luciérnaga dejó de ser lo que era tras la salida de Hernán Peláez, Guillermo Díaz Salamanca y Gustavo Álvarez Gardeazábal.
• En RCN, la salida de Juan Gossaín y Yolanda Ruiz hizo que su noticiero perdiera audiencia, al punto de que han cerrado emisoras en todo el país.
• Radio Súper desapareció.
• El Circuito Todelar se ha ido apagando lentamente.
• Colmundo Radio ha perdido presencia en el dial por falta de contenido y figuras destacadas.
Radio Sutatenza dejó un legado imborrable y una enseñanza clara: la radio tiene el poder de transformar vidas. Pero hoy, con pocas excepciones, la radio en Colombia ha abandonado su propósito educativo y social.

Views: 153